La inversión china en Europa aumentó por primera vez en siete años en 2024, impulsada por un aumento en los proyectos de vehículos eléctricos y baterías en Hungría, incluso cuando las empresas chinas evitaron cada vez más al Reino Unido, Alemania y Francia.
La inversión extranjera directa total de China en la UE y el Reino Unido aumentó un 47 por ciento a 10.000 millones de euros el año pasado, según datos del Instituto Mercator de Estudios sobre China, con sede en Berlín, y la consultora Rhodium Group.
Si bien el repunte marcó una ruptura en la tendencia a la baja, la IED total fue solo una quinta parte del pico de 2016 y estuvo fuertemente concentrada entre un pequeño grupo de empresas, incluidos los fabricantes de baterías CATL y Envision, el grupo tecnológico Tencent y el fabricante de automóviles Geely.
«La UE sigue siendo atractiva para la inversión china», afirmó Max Zenglein , economista jefe de Merics. Sin embargo, advirtió que Pekín podría utilizar cada vez más la inversión corporativa como «una herramienta de influencia estratégica».
Ante el creciente escrutinio político y las tensiones comerciales, las empresas chinas han pasado de las fusiones y adquisiciones a las inversiones en nuevas instalaciones. La planta de baterías de CATL, valorada en 7.500 millones de euros, en Debrecen, y la planta de vehículos eléctricos de BYD, valorada en 5.000 millones de euros, en Szeged —ambas en Hungría— son un claro ejemplo de este cambio.
Hungría representó el 31 % de toda la inversión china en Europa en 2024, manteniendo su posición como principal destino por segundo año consecutivo. En cambio, la participación combinada del Reino Unido, Alemania y Francia se redujo a tan solo el 20 %, frente a un promedio del 52 % durante los cinco años anteriores.
El primer ministro Viktor Orbán, considerado ampliamente como el partidario más cercano de China dentro de la UE, considera que el capital chino constituye un pilar vital para la economía en medio de un débil crecimiento interno.
Los fabricantes de automóviles chinos se ven presionados a expandirse al extranjero, ya que lidian con el exceso de capacidad y la débil demanda interna. La decisión de la UE, tomada en octubre pasado, de imponer aranceles de hasta el 45 % a las importaciones de automóviles chinos ha incentivado aún más la producción local dentro del bloque.
Sin embargo, el estudio observó una fuerte caída en los anuncios de nuevas inversiones por parte de los fabricantes chinos de vehículos eléctricos, un 79 % menos el año pasado en comparación con los niveles de 2022-2023. El fabricante de baterías Svolt, por ejemplo, abandonó sus planes de construir dos plantas en Alemania por valor de 4200 millones de euros, mientras que una investigación preliminar de la Comisión Europea sobre subvenciones extranjeras en la planta de BYD en Hungría podría frenar aún más el impulso, según el estudio.
El descenso se vio parcialmente compensado por un modesto repunte en las fusiones y adquisiciones. Tencent adquirió la desarrolladora polaca de videojuegos Techland por 1.500 millones de euros, aunque se espera que este tipo de operaciones se mantenga en niveles bajos. La motivación tradicional para las fusiones y adquisiciones —el acceso a la tecnología occidental— ha disminuido a medida que China desarrolla sus propias capacidades de I+D.
La inversión china en sectores estratégicos como las energías renovables también está siendo objeto de un mayor escrutinio en toda Europa. Sin embargo, los autores del estudio ven margen para una distensión a corto plazo, ya que algunos Estados miembros de la UE buscan evitar conflictos comerciales simultáneos con Pekín y Washington, mientras que China renueva su ofensiva de seducción dirigida a Bruselas.
Fuente: https://www.ft.com/content/11123691-ff13-4e72-b926-6a2a9fd83d25?shareType=nongift