La economía de China se expandió un 5,2 por ciento en el segundo trimestre, manteniéndola en general encaminada a cumplir el objetivo de crecimiento de este año, pero los analistas advirtieron que la débil demanda interna y las crecientes incertidumbres externas podrían provocar una desaceleración en la segunda mitad de 2025.
Las cifras del producto interno bruto (PIB), muy seguidas de cerca y publicadas por la Oficina Nacional de Estadísticas (NBS) el martes, superaron el 5,17 por ciento pronosticado por una encuesta a economistas del proveedor de datos financieros chino Wind.
El crecimiento del segundo trimestre, que marcó una ligera desaceleración respecto de la expansión del 5,4 por ciento registrada en los primeros tres meses de 2025, llevó el crecimiento del primer semestre de China al 5,3 por ciento, según el NBS.
Las sólidas cifras principales sugieren que la economía de China se ha mantenido resistente frente a una guerra comercial en curso con los Estados Unidos, y que los productos chinos aún enfrentan una tasa arancelaria estadounidense efectiva de más del 40 por ciento, según estimaciones de Morgan Stanley.
El lunes, China anunció que las exportaciones habían aumentado un 5,9 por ciento interanual durante el primer semestre del año, ya que una contracción en los envíos a Estados Unidos fue compensada por un sólido crecimiento en las entregas al Sudeste Asiático, Europa y varios otros mercados.
Los analistas dijeron que los resultados positivos mantuvieron a Beijing en camino de cumplir su objetivo de crecimiento de 2025 de alrededor del 5 por ciento, aunque muchos predijeron que el crecimiento se desaceleraría en el segundo semestre ya que la demanda interna mostró signos de perder impulso, el mercado laboral permaneció inestable y el potencial de más aranceles estadounidenses se avecinaba.
“El crecimiento del PIB en el primer semestre ya alcanzó el 5,3 por ciento, sentando las bases para alcanzar el objetivo de crecimiento para todo el año”, dijo Sheng Laiyun, subdirector del NBS.
Pero Sheng también señaló los desafíos que se avecinan, ya que todavía hay muchos “factores inestables e inciertos en el entorno externo, la demanda interna efectiva es insuficiente y es necesario consolidar aún más las bases para la recuperación económica y el crecimiento”.
Las ventas minoristas, un indicador del consumo, aumentaron un 4,8 por ciento interanual en junio, frente al 6,4 por ciento de mayo, según datos de la NBS.
Aumentar el consumo interno ha sido una prioridad para China este año, ya que busca compensar el impacto de la guerra comercial. Pekín ha invertido 300.000 millones de yuanes (41.800 millones de dólares estadounidenses) en un programa de intercambio de automóviles, electrodomésticos y otros bienes de consumo, pero el programa ha mostrado indicios de perder impulso en las últimas semanas.
Sin embargo, hay señales de que la economía china se está reequilibrando y dejando de depender de las exportaciones; Sheng destacó que el gasto del consumidor impulsó el 52 por ciento del crecimiento económico en la primera mitad del año, y las exportaciones contribuyeron con el 31,2 por ciento.
La inversión total en activos fijos aumentó un 2,8 % interanual en el primer semestre de 2025, frente a un aumento del 3,7 % en el período enero-mayo. La inversión inmobiliaria, que frenó considerablemente el crecimiento económico el año pasado, cayó un 11,2 % en el primer semestre, en comparación con una caída del 10,7 % en los primeros cinco meses.
La inversión privada, un indicador de la confianza de los inversores, disminuyó un 0,6 por ciento en los primeros seis meses del año, mientras que la producción industrial creció un 6,8 por ciento interanual en junio, en comparación con un aumento del 5,8 por ciento en mayo.
Por otra parte, la tasa general de desempleo urbano de China se situó en el 5 por ciento en junio, sin cambios respecto del 5 por ciento de mayo.
Antes de la publicación de los datos, Beijing había enfrentado crecientes pedidos de los economistas para lanzar un estímulo fiscal para impulsar la demanda interna y evitar la persistente presión deflacionaria, con la atención centrada en una próxima reunión del Politburó, el principal órgano de toma de decisiones del Partido Comunista, a fines de julio.
Sin embargo, algunos analistas dijeron que era poco probable que el liderazgo de China tuviera en cuenta ese consejo en el tercer trimestre, ya que los funcionarios podrían aprovechar el sólido impulso del crecimiento para centrarse en medidas a largo plazo para orientar la economía hacia el consumo.
“No creemos que los responsables políticos tengan la urgencia de implementar un estímulo amplio y significativo en la reunión del Politburó de julio”, declararon los analistas de Goldman Sachs en una nota el martes. “En cambio, esperamos una flexibilización gradual y específica para ayudar a frenar la caída del mercado inmobiliario y mitigar las presiones del mercado laboral en el segundo semestre”.
Zhang Zhiwei, presidente de Pinpoint Asset Management, coincidió en que las cifras de PIB de China por encima del objetivo en la primera mitad del año “le dan al gobierno margen para tolerar cierta desaceleración en la segunda mitad del año”.
“La reunión entre diplomáticos chinos y estadounidenses envió señales positivas sobre una posible visita del presidente estadounidense Donald Trump a China”, dijo Zhang. “Si la amenaza de la guerra comercial disminuye, al menos a corto plazo, las posibilidades de un gran estímulo fiscal en China también disminuyen”.
Pero los analistas de Morgan Stanley dijeron que aún esperan que Beijing lance un paquete de estímulo por un valor de entre 500.000 millones y 1 billón de yuanes (70.000 y 140.000 millones de dólares) en septiembre u octubre, “dadas las incertidumbres en torno a las conversaciones comerciales entre Estados Unidos y China y los dos o tres meses de tiempo necesarios para las observaciones de los datos”.
Raymond Yeung, economista jefe para la Gran China del ANZ Bank, destacó que si bien China debería ser capaz de cumplir su objetivo de crecimiento, la economía aún enfrenta una serie de desafíos que requieren atención urgente.
“La economía de China no puede juzgarse sólo por el PIB”, afirmó.
Las preocupaciones más apremiantes incluyen la persistente presión deflacionaria , que se está viendo exacerbada por una continua desaceleración del sector inmobiliario , y el debilitamiento del consumo a medida que los fondos para el programa de intercambio de China comienzan a agotarse, según Yeung.
Pero Su Yue, economista principal para China en la Economist Intelligence Unit, señaló que el sólido desempeño de la economía había proporcionado a Beijing “mayor espacio fiscal y político” para introducir medidas específicas para lidiar con el debilitamiento de la demanda interna en el segundo semestre.
“Nuestro pronóstico de crecimiento para todo el año es del 4,7 por ciento, anticipando que el esfuerzo del gobierno por reducir la capacidad afectará negativamente el crecimiento y que la concentración anticipada del comercio sobredimensionará la demanda para el segundo semestre”, dijo Su.
