El debate sobre la política de inmigración en Estados Unidos se ha intensificado en los últimos años, determinado por una compleja mezcla de prioridades económicas, valores humanitarios y preocupaciones de seguridad nacional.
Esto ha dado lugar a iniciativas para reforzar la seguridad fronteriza y expulsar a los inmigrantes con antecedentes penales. Si bien estos objetivos pueden contar con apoyo político, los cambios en la política migratoria estadounidense —incluida una disminución significativa de la inmigración legal y un marcado aumento de las deportaciones— podrían tener profundas consecuencias económicas.
Si bien proteger a las comunidades es esencial, es importante reconocer de manera apolítica el papel económico que desempeñan los inmigrantes, tanto documentados como indocumentados, en la fuerza laboral de Estados Unidos, el equilibrio demográfico, el espíritu emprendedor y el potencial de crecimiento a largo plazo.
En el centro de su impacto económico se encuentra el mercado laboral. La inmigración ha explicado la mayor parte del crecimiento de la fuerza laboral estadounidense durante la última década. En marzo, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) citó el menor crecimiento de la fuerza laboral como un factor que ha reducido el crecimiento económico previsto para los próximos 30 años. Si la inmigración neta continúa reduciéndose, esto generaría restricciones económicas persistentes. El déficit afectaría a múltiples sectores, pero es especialmente pronunciado en las industrias que dependen en gran medida de la mano de obra inmigrante, como la construcción, los servicios, el transporte, el ocio y la hostelería, la manufactura y la agricultura.
A medida que aumentan las deportaciones y se reducen las vías de entrada para los recién llegados, los empleadores podrían tener mayores dificultades para cubrir puestos. Esta escasez de mano de obra probablemente contribuya a la inflación salarial en los puestos de servicios menos cualificados; lo cual, si bien beneficia a muchos trabajadores, también presiona los márgenes de ganancia y contribuye a las tendencias inflacionarias más amplias.
La disminución de la inmigración tiene un efecto inflacionario que trasciende el ámbito salarial. La disminución de trabajadores en logística, procesamiento de alimentos y manufactura eleva los costos de los insumos en toda la cadena de suministro. Además, las empresas que enfrentan escasez de mano de obra pueden retrasar o cancelar sus planes de expansión, lo que resulta en una menor inversión de capital y un menor crecimiento de la productividad.