Wall Street y Washington no siempre están de acuerdo, especialmente en lo que respecta a China. La Casa Blanca de Donald Trump y políticos de los dos principales partidos estadounidenses lanzan constantemente advertencias y amenazas contra Pekín. Sin embargo, los directivos corporativos tienen una actitud muy diferente. A diferencia de los políticos, tienen que preocuparse por el resultado final. Presintiendo una división, los altos funcionarios chinos han lanzado una ofensiva de seducción para tranquilizar a los inversores occidentales, pero especialmente a los directivos de Wall Street, de que el país está abierto a los negocios. De hecho, hoy es aún más receptivo, a pesar de la guerra comercial, la incertidumbre sobre su suspensión arancelaria de 90 días y la amenaza de prohibir los chips más avanzados de Huawei.
El viceprimer ministro He Lifeng se reunió recientemente en Pekín con el presidente de Citigroup, John Dugan, y el director ejecutivo de Carlyle Group, Harvey Schwartz, y les comentó que la economía china había demostrado una gran resiliencia y vitalidad. Este mismo punto lo transmitió previamente a los directores ejecutivos de Apple, Nvidia y JPMorgan Chase.
Las reuniones de Dugan y Schwartz con He se sucedieron. Quizás no fue casualidad. La historia del banco en China se remonta a más de un siglo, y Carlyle fue una de las primeras firmas extranjeras de capital privado en invertir en China desde principios de la década de 2000. Ha sido una alianza rentable, ya que los chinos aprendieron el funcionamiento del capital privado y la inversión. China siempre recuerda a sus viejos amigos. Y Carlyle tiene la costumbre de contratar a altos funcionarios estadounidenses jubilados, por lo que su inigualable red política es importante para Pekín.
Estos altos ejecutivos estadounidenses han correspondido a la buena voluntad de China. JPMorgan y Bank of America fueron atacados en abril por el Comité Selecto de la Cámara de Representantes de EE. UU. sobre el PCCh por formar parte del equipo que financió la oferta pública inicial (OPI) del gigante chino de baterías Contemporary Amperex Technology (CATL) en Hong Kong. Ambos bancos ignoraron la advertencia, y la exitosa OPI de CATL es, hasta la fecha, la mayor del mundo este año.
Mientras tanto, Jensen Huang, el CEO de Nvidia, ha declarado públicamente que las restricciones globales de chips impuestas por Washington a China son un fracaso, habiendo obligado al país a avanzar rápidamente en sus propias capacidades de fabricación de chips.
A diferencia de Washington, los jefes corporativos de Estados Unidos entienden el significado de ganar-ganar.