Es probable que el peso potencial del magnate tecnológico Elon Musk en la segunda administración de Donald Trump acelere el programa espacial estadounidense y represente una “gran prueba” para las ambiciones extraterrestres de China, dijeron observadores chinos.
Se ha señalado que el fundador y director ejecutivo de SpaceX encabezará un nuevo “departamento de eficiencia gubernamental” cuando Trump asuma el cargo en enero, pero también se espera que influya en las políticas espaciales de Washington.
El espacio se ha convertido cada vez más en un campo de batalla en la creciente competencia geopolítica entre las dos economías más grandes del mundo, que también son las dos que más gastan en defensa en el planeta.
La rivalidad parece extenderse más allá de los descubrimientos científicos y las innovaciones comerciales hacia el liderazgo en el ámbito interestelar, lo que genera preocupaciones sobre posibles posturas estratégicas en el dominio orbital.
Los analistas dijeron que Beijing necesita mantener su enfoque estratégico y evitar entrar en una carrera espacial, de alta tecnología o armamentista con Estados Unidos.
En cambio, China debería continuar con sus proyectos aeroespaciales según lo planeado, mientras aprende de las fortalezas de SpaceX y busca cooperación con Estados Unidos donde las dos potencias puedan trabajar juntas en el campo, dijeron.
Durante su primera presidencia, Trump lanzó la Fuerza Espacial (una rama independiente de las fuerzas armadas) y firmó una directiva que ordenaba a la NASA que devolviera a Estados Unidos a la Luna y llegara a Marte.
