Llamar a alguien “cobarde” puede sonar a insulto infantil, pero es precisamente la etiqueta que algunos inversores financieros han empezado a aplicar al presidente estadounidense Donald Trump . El término “Taco” , abreviatura de “Trump siempre se acobarda” (Trump Always Chickens Out), ha cobrado fuerza en los círculos financieros en las últimas semanas, ya que los inversores empiezan a creer que, cuando los mercados empiezan a caer como resultado de una de sus decisiones políticas, Trump tiende a retractarse.
La pulla parece haber tocado la fibra sensible. Cuando un periodista le preguntó sobre su fama de “cobarde” esta semana, Trump se irritó . “¡Qué bien! Me acobardo. Nunca había oído eso”, espetó. El presidente volvió al tema más tarde para criticar la “desagradable” pregunta e insistió en que él no era tal.
Los cambios de política han sido un sello distintivo tanto del primer como del segundo mandato de Trump. Durante las guerras comerciales de 2018-19, amenazó con frecuencia con aranceles radicales, solo para diluirlos en rondas de negociación posteriores.
Este año se ha producido un patrón similar. A principios de abril, el anuncio de Trump sobre el “día de la liberación” desencadenó una fuerte ola de ventas, con el S&P 500 cayendo más del 12 % durante la semana siguiente.
Sin embargo, ante el aumento de la volatilidad del mercado, la administración flexibilizó su postura y optó por retrasar los aranceles 90 días. Con la flexibilización de los planes arancelarios, los mercados se recuperaron. El índice ahora es un 4 % superior al nivel previo al anuncio y un 0,7 % superior en lo que va de año .
Para los partidarios del presidente, estos cambios radicales en sus políticas reflejan sus astutas tácticas de negociación, diseñadas para obtener concesiones o persuadir a gobiernos reticentes a firmar acuerdos comerciales. Pero para muchos inversionistas, este patrón se asemeja menos a una estrategia y más a una retirada. Y aunque el apodo de Taco pueda sonar a insulto infantil, para los inversionistas financieros, la burla tiene un impacto real en la navegación de los mercados financieros.
La credibilidad es moneda corriente
Cuando los inversores llaman “gallina” a un político o a un responsable de políticas, no se trata solo de un ataque a su valentía. Es un insulto mucho más grave que pone en duda su credibilidad. Y en los mercados financieros, ese es uno de los activos más valiosos que puede tener un líder.
Como responsable de políticas o político, comunicarse eficazmente con los mercados depende de la confianza. Los inversores asignan capital en función de sus expectativas sobre el futuro (inflación, flujos comerciales, tipos de interés, gasto fiscal), y esas expectativas se ven influenciadas no solo por lo que hacen los responsables de políticas, sino también por lo que dicen.
Si un líder amenaza periódicamente con tomar medidas económicas radicales pero retrocede repetidamente ante la primera señal de problemas, su credibilidad comienza a erosionarse.
Una vez que la duda se instala, cambia la dinámica. Los inversores empiezan a ignorar las advertencias, se ignoran las amenazas y la influencia de los responsables políticos pierde fuerza.
Es probable que la erosión de la credibilidad de un líder ante los inversores inicialmente modere la volatilidad del mercado, ya que estos comienzan a ignorar las palabras de políticos y responsables de políticas. Asumen que el statu quo se mantendrá, ya que un líder no está dispuesto o no puede impulsar los cambios propuestos inicialmente, lo que genera pocos cambios en los mercados financieros. Esto debilita la capacidad de un líder para dirigir las expectativas del mercado y, por extensión, la economía en general.
Sin embargo, la mentalidad de Taco podría ser peligrosa si se arraiga en los mercados. Una vez que los inversores empiezan a asumir que Trump siempre cederá, construyen sus carteras en torno a esa expectativa. Los rumores de cambios económicos radicales o aumentos significativos de aranceles empiezan a ignorarse, ya que los inversores se inclinan por posiciones de riesgo creyendo que la escalada se evitará en el último minuto. Esto puede crear una falsa sensación de calma que solo se mantiene mientras Trump siga su ejemplo.
Pero la broma sobre el “pollo” claramente ha enfurecido al presidente. Es posible que esté buscando una oportunidad para cambiar la opinión de los inversores. Si Trump decide mantenerse firme impulsando los aranceles sin concesiones, incluso ante acciones legales , o deja que el estancamiento sobre el techo de la deuda estadounidense se intensifique, esto podría pillar desprevenidos a los inversores complacientes.
Es probable que la revalorización resultante sea brusca y desordenada. La volatilidad podría dispararse, no porque Trump haya cambiado, sino porque los inversores asumieron que nunca lo haría y reaccionaron exageradamente cuando lo hizo. En ese sentido, el verdadero riesgo de la mentalidad de Taco no es que insulte a Trump, sino que provoque una respuesta obstinada. Un presidente que se empecina y sigue adelante con políticas arriesgadas a pesar de todas las señales de alerta sería una mala noticia para el mundo entero y para la economía global.