Francia y el Reino Unido coinciden en que no existe ninguna amenaza extrema para Europa que no provoque una respuesta de ambas naciones. Esta frase de la declaración de Northwood, emitida por el primer ministro Sir Keir Starmer y el presidente Emmanuel Macron en la cumbre franco-británica de la semana pasada, indicó un cambio potencialmente trascendental en las prioridades de defensa de ambos países, a medida que asimilan la agresión de Vladimir Putin en Ucrania y la poca fiabilidad de Donald Trump como aliado.
La cumbre entre el Reino Unido y Francia más productiva desde 2010 será seguida por la primera visita del canciller alemán, Friedrich Merz, a Londres esta semana. No habrá la pompa ni el esplendor de la visita de Estado de Macron, pero también será un momento importante. Merz y Merz firmarán un amplio tratado de cooperación, que fortalecerá lo que ha sido el punto más débil del triángulo Londres-París-Berlín, a medida que los tres países asumen una mayor responsabilidad en la seguridad europea. Estos acuerdos marcan el fin de una década en la que el Brexit eclipsó las relaciones entre el Reino Unido y sus vecinos.
La cooperación nuclear entre el Reino Unido y Francia está en el centro del debate sobre cómo deberían responder los europeos al debilitamiento del compromiso estadounidense con la OTAN. Durante 30 años, Londres y París se han aferrado a la fórmula de que los intereses vitales de uno de ellos no podían verse amenazados sin que también se comprometieran los del otro. Pero ¿qué ocurre con el resto de Europa? Como dijo Merz justo antes de convertirse en canciller: «El intercambio de armas nucleares es un tema que debemos abordar… Tenemos que ser más fuertes juntos en la disuasión nuclear».
La confirmación de la declaración de Northwood de que ambos países se coordinarán en materia de política, capacidades y operaciones nucleares responde a las preocupaciones de Merz y otros. Con razón, esta redacción tan cuidadosa conlleva mucha ambigüedad. Así es como funciona la disuasión. Pero el mensaje general es bastante claro. La nueva redacción es más innovadora para Francia (que siempre ha sido delfica sobre si su disuasión nuclear se extiende a sus socios europeos) que para el Reino Unido, cuyas armas nucleares han sido declaradas desde hace tiempo a la OTAN para la defensa de todos sus aliados. No obstante, es una clara señal de la creciente confianza estratégica entre Londres y París.
En otra señal de los tiempos, Macron y Starmer acordaron que sus fuerzas armadas deberían alejarse de las operaciones expedicionarias lejos de Europa y establecer una fuerza conjunta combinada en una “escala suficiente para combatir la guerra”.
La causa inmediata de este acercamiento es el efecto conjunto de Putin y Trump. Pero la mejora de las relaciones entre el Reino Unido y la UE también ha dado a Macron el margen político para cerrar acuerdos ambiciosos con el Reino Unido. El presidente francés claramente quería ayudar a Starmer con sus dificultades en materia de migración irregular al aceptar un programa piloto que permitiera retornos limitados a Francia, compensados con casos de reunificación familiar que llegaran al Reino Unido.
Habría sido mucho más difícil convencer a Bruselas de este acuerdo si el Reino Unido y la UE hubieran seguido enfrentados. Podría seguir enfrentando recursos legales por ambas partes, y es probable que no reduzca los flujos migratorios a menos que se amplíe a un acuerdo a nivel de la UE. Pero el hecho de que Macron haya abierto una puerta que había estado firmemente cerrada demuestra la importancia que concede a reforzar la alianza con Starmer, fruto de su liderazgo conjunto en el apoyo europeo a Ucrania.
Merz visitará Londres con una mentalidad similar. Desde su primer discurso en el Bundestag como canciller, ha abogado por una cooperación más estrecha con el Reino Unido. Él también es un firme defensor de un mayor apoyo militar y económico europeo a Ucrania. Alemania se ha comprometido a cumplir el nuevo objetivo de la OTAN de gastar el 5% de su PIB en defensa, incluyendo el 3,5% en defensa dura. Es uno de los pocos miembros europeos de la OTAN que puede comprometerse con credibilidad a alcanzar este objetivo para 2032, dado su bajo nivel de deuda pública.
Gran Bretaña es un socio natural para Alemania en esta transformación. Ambos países han adquirido tradicionalmente mucho más equipo militar estadounidense que Francia y comparten la necesidad de desarrollar alternativas europeas. Esto contribuye a que sus industrias de defensa sean menos competitivas entre sí que las del Reino Unido y Francia.
Para lograr un progreso real, también es necesario un acuerdo rápido que otorgue al Reino Unido acceso al nuevo fondo de inversión en defensa segura de la UE.
La tarea de liberar a Europa de su excesiva dependencia, que ha durado décadas, del poder militar estadounidense es tan vasta que resulta esencial una estrecha cooperación trilateral en materia de defensa, seguridad y política exterior entre Londres, París y Berlín. Las bases para ello se están sentando ahora.
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